“El Chapo no es malo”, dice Emma Coronel

Foto cortesía: Getty

Marcos H. Valerio

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“Hasta el día de hoy todavía me pregunto qué habría pasado si me hubiera casado con otra persona”, confiesa Emma Coronel Aispuro con la voz quebrada en la penumbra de un set de grabación. Tiene 36 años, el cabello largo y negro como cuando la conocimos en los pasillos del tribunal de Brooklyn, pero ya no lleva los vestidos ajustados de diseñador ni los tacones altísimos. Viste jeans y sudadera gris. Habla despacio, como quien ha tenido demasiado tiempo para pensar.

 

Por primera vez desde que salió de prisión, la esposa de Joaquín “El Chapo” Guzmán Loera se sentó frente a una cámara para contar su versión en el documental “Casada con El Chapo: Emma Coronel Habla”.

 

Y lo primero que hace es pedir perdón.

 

“Me solidarizo con todas las personas que perdieron a un ser querido y que han sufrido por la violencia del cártel. De verdad, de verdad, lo siento mucho”, dice mirando directo a la lente. No llora, pero se le humedecen los ojos. “Sé que con palabras no se repara nada, pero es lo único que tengo”.

 

Después habla de él. De su marido. Del hombre que conoció cuando ella tenía 17 y él 49, en una fiesta ranchera donde sonaba norteño y olía a polvo y cerveza.

 

“Escuché que había una persona importante y que quería bailar conmigo. Llegó un hombre y me dijo: ‘Me llamo Joaquín’”. Sonríe apenas. “Tengo buenos recuerdos de él, así que no puedo decir que Joaquín sea malo. No puedo hablar de algo que no he visto”.

 

Cuando le preguntan por la extradición, su voz se quiebra del todo. “Me puse muy triste porque sabía que era uno de sus mayores miedos”. Y sobre la sentencia de cadena perpetua más 30 años: “No me sorprendió, pero sentí más bien tristeza”.

 

La cárcel también la marcó a ella. En 2021 se declaró culpable de narcotráfico y lavado de dinero. Pasó 36 meses encerrada. “Lo peor fue estar separada de mis hijas. Tienes tiempo para pensar, para llorar, no tienes nada que te distraiga. Caí en una depresión muy fuerte”.

 

Salió el 13 de septiembre de 2023. Desde entonces vive bajo libertad supervisada, debe cuatro años de probation y 1.5 millones de dólares de restitución. “Mis papás me han ayudado mucho. No ha sido fácil”, admite.

 

Regresa con la memoria a su infancia en un rancho perdido de la sierra de Durango. “No había agua potable ni luz. Ni televisión. Estábamos completamente aislados del mundo”. Cuenta que vio a sus vecinos cultivar marihuana para sobrevivir. “Crecí creyendo que el gobierno era el malo. Era eso o morirse de hambre”.

 

Hoy, lejos de los reflectores que la persiguieron durante el juicio del siglo, Emma Coronel dice que solo quiere dedicarse a la educación de sus gemelas en paz.

 

“Estoy trabajando en diferentes proyectos para sacarlas adelante”, asegura. Y aunque no lo dice con tantas palabras, entre líneas queda claro que la niña que bailó con el hombre más buscado de México sigue preguntándose, cada día, cómo habría sido su vida si aquella noche de 2007 hubiera dicho que no.

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