Virus depredadores

Marcos H. Valerio

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En un mundo donde los antibióticos fallan cada vez más, la ciencia busca aliados inesperados: virus que devoran bacterias. Víctor Manuel González Zúñiga, investigador del Centro de Ciencias Genómicas (CCG) de la UNAM, lidera esfuerzos para combatir la resistencia antimicrobiana, un flagelo que causa cerca de un millón de muertes anuales globales, según datos de la OMS y estudios recientes.

 

Estos virus, llamados bacteriófagos o fagos, son «depredadores» naturales: Se adhieren a la membrana bacteriana, inyectan su ADN, se replican masivamente y la destruyen. “Son muy efectivos para eliminar una bacteria específica, sin afectar otras células”, explica González Zúñiga.

 

Descubiertos hace más de un siglo por Félix d’Herelle, los fagos se usaron en la ex URSS contra Shigella y Salmonella. Occidente los abandonó por los antibióticos, pero hoy resurgan ante la crisis: superbacterias como Staphylococcus aureus y Acinetobacter baumannii, causantes de infecciones nosocomiales mortales en hospitales mexicanos.

 

  1. aureus, común en piel y nariz, ataca a pacientes vulnerables, colonizando corazones o prótesis con biofilms resistentes. A. baumannii adquiere genes de virulencia rápidamente, complicando septicemias. “Son oportunistas que amenazan a hospitalizados”, detalla el experto.

 

En el CCG, aíslan fagos de muestras hospitalarias para crear «cócteles» —mezclas de varios virus— que eviten resistencias bacterianas. “Las bacterias mutan, pero un cóctel asegura eficacia”, dice. Algunos fagos, como profagos, permanecen «durmientes» en genomas bacterianos, activándose en estrés para eliminarlas.

 

La terapia fágica es incipiente pero prometedora: casos exitosos en EE.UU. y Reino Unido tratan infecciones intratables. “En años, tendremos productos efectivos”, predice González Zúñiga. Sin embargo, enfatiza prevención: uso racional de antibióticos y estrategias combinadas.

 

Esta batalla evolutiva entre virus y bacterias ofrece esperanza: no una solución única, pero un aliado clave. “La prevención está en nuestras manos”, concluye. En México, con miles de muertes anuales por resistencias, los fagos podrían salvar vidas.

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