Experiencias y sabores para celebrar a papá en su día

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El Día del Padre no es solo una fecha marcada en el calendario, es una invitación a salir de la rutina y dedicarle un día completo a quien ha estado ahí en los silencios, en los consejos, en los ejemplos y en los momentos que nos formaron. Este 16 de junio, la Ciudad de México se convierte en el escenario perfecto para honrarlo. Y no hace falta salir de la ciudad para viajar, basta con mirar hacia arriba, caminar sin prisa y comer con intención. Porque en esta ciudad hay historias escondidas, sabores sorprendentes y rincones que se transforman con la compañía adecuada.

Empieza el día con altura, literalmente. El Cablebús que atraviesa Chapultepec es una forma de reconectar con la ciudad desde las nubes. Subir a una cabina y ver cómo los árboles abrazan el asfalto, cómo los edificios se alejan y cómo el caos queda en pausa por un instante, es una experiencia que cambia la percepción. Desde ahí, puedes recorrer el renovado Bosque de Chapultepec, un espacio que hoy más que nunca es punto de encuentro entre la naturaleza, la historia y la cultura.

Muy cerca está el imponente Castillo de Chapultepec. Aunque sea un clásico, no pierde su capacidad de sorprender: los vitrales, los jardines, la arquitectura porfiriana, los cañones y los salones dorados, todo enmarca una historia que sigue viva. Y al llegar al mirador, el horizonte de la ciudad se convierte en regalo. Para padres que disfrutan los relatos de épocas pasadas o simplemente quieren un paseo con vistas espectaculares, este es un imperdible.

Otra parada que vale la pena es el Museo Frida Kahlo, en Coyoacán. Más que un museo, es una casa viva: ahí están sus vestidos, sus muletas, su paleta de colores, sus libros, sus dolores y sus amores. Visitarlo es entrar a un mundo de emociones profundas y mexicanidad sin filtros, una experiencia íntima y conmovedora que puede resonar con papás sensibles al arte, a la historia y a las vidas intensas.

La ciudad también está llena de sorpresas para quienes se atreven a salir de lo obvio. La Central de Abasto, por ejemplo, ha dejado de ser solo un sitio de comercio mayorista. Hoy también es galería, foro, laboratorio de arte urbano. En sus muros se despliegan murales de gran escala que cuentan historias del campo, del trabajo, del color y de las raíces. Caminar por ahí es entrar en contacto con un México que muchas veces se ignora, pero que también merece celebrarse.

Si se busca algo aún más alternativo, el oriente guarda joyas como las Utopías de Iztapalapa: centros comunitarios con arquitectura llamativa que funcionan como espacios de cultura, bienestar y encuentro. Hay canchas, jardines, zonas de lectura, conciertos, exposiciones, y actividades para todas las edades. Son lugares vivos que muestran una cara más humana y más creativa de la ciudad, ideales para papás que aman lo social, lo comunitario y lo diferente.

Después de recorrer, toca sentarse a disfrutar. Y en esta ciudad, la mesa es territorio sagrado. Balcón del Zócalo es uno de los lugares más emblemáticos para hacerlo: ubicado frente a la Plaza de la Constitución, ofrece una de las mejores vistas del Centro Histórico. Pero no es solo un lugar bonito: la propuesta del chef Pepe Salinas es un homenaje contemporáneo a la cocina mexicana. Este Día del Padre, habrá brunch con mariscos, panadería artesanal y platillos con ingredientes locales de temporada. Perfecto para papás que disfrutan de la tradición reinterpretada, con vista a la historia viva del país.

En Fónico, el fuego es el protagonista. Cada platillo pasa por las brasas, los hornos o las parrillas, lo que da como resultado una cocina intensa, elegante y sin pretensiones. El ambiente es sofisticado pero cálido, ideal para una comida larga, con buenos vinos, buena música y platos que tienen carácter. Para padres que disfrutan sabores ahumados, proteínas bien tratadas y un servicio que no invade.

En la Roma Norte, Barolo celebra lo mejor de Italia con una mirada mexicana. Risottos cremosos, pastas frescas hechas a mano, mariscos, vinos seleccionados y una atención al detalle que enamora. Es perfecto para una cena íntima, pausada, donde se puede brindar, conversar y disfrutar sin prisa. Para papás que aprecian el clasicismo bien ejecutado, la buena cava y el ambiente acogedor.

Rayo, por su parte, es una mezcla entre laboratorio y templo. Este restaurante y bar de autor rompe moldes: desde el diseño hasta el menú. Aquí, la mixología tiene el mismo peso que la cocina, y ambos convergen en un espacio donde todo está cuidadosamente curado. Los tragos tienen técnica y narrativa, y los platillos sorprenden con ingredientes inusuales, texturas contrastantes y sabores provocadores. Es un sitio para papás modernos, curiosos, que disfrutan lo experimental.

En una línea más silenciosa pero exquisita está Lorea, una joya de alta cocina en pequeño formato. El menú degustación cambia con frecuencia y cada platillo se presenta como una pieza de arte comestible. Aquí no hay exageración, sino precisión. Es una experiencia para papás que saben apreciar el silencio, la técnica y la estética en cada paso.

En Maíz Tinto se cocina con alma. Los sabores son profundamente mexicanos, los ingredientes están bien elegidos y el ambiente es como el de una casa bien puesta. Aquí se come como en familia, pero mejor. Ideal para papás nostálgicos o amantes del buen sazón.

Long Story Short ofrece uno de los brunch más bonitos y mejor ejecutados de la ciudad. Desde la presentación hasta el servicio, todo está pensado para crear una experiencia relajada pero especial. Hay opciones frescas, saludables, indulgentes y muy bien servidas. Perfecto para papás que aman los desayunos largos y las sobremesas felices.

Y si se quiere algo con un poco más de magia, Brujas es el lugar indicado. Es un restaurante donde la cocina tiene una mirada femenina, pero no suave: poderosa, creativa, mágica. Aquí, cada trago es un hechizo y cada platillo cuenta una historia. Para papás con sensibilidad estética, mente abierta y gusto por lo diferente.

En Artesanos, el Día del Padre se celebra con postres que sorprenden y pan que reconforta. El chef Daniel Marroquín fusiona técnica europea con alma mexicana en cada bocado: desde un arroz con leche reinventado hasta un pastel keto que no parece alternativo. Este mes es la excusa perfecta para compartir una caja de dulces artesanales o invitar a papá a descubrir una repostería que va más allá de lo tradicional.

En Columba, cada brindis es un homenaje. Este junio, papá recibe una bebida de cortesía (ya sea un carajillo con helado o un cóctel que sabe a mar) como pretexto para quedarse más tiempo en la mesa. Aquí, la música, la comida y la atmósfera invitan a agradecer, celebrar y disfrutar el momento con quien nos enseñó a vivirlo todo con calma.

Para quienes planean celebrar lejos de la ciudad, también hay opciones extraordinarias. En San Cristóbal de las Casas, Tarumba cocina con identidad chiapaneca y visión contemporánea. Cada platillo tiene historia, cada bebida está pensada, y el servicio te hace sentir parte de algo especial. Es el lugar perfecto para papás que valoran lo auténtico, lo bien hecho y lo que tiene raíces.

En el Valle de Guadalupe, Emat ofrece una experiencia gastronómica conectada con el mar, el paisaje y la introspección. Dirigido por el chef Eduardo Salgado, este restaurante trabaja con mariscos frescos, fermentos caseros y técnicas que permiten a los ingredientes hablar por sí solos. Es un espacio para padres contemplativos, de gustos finos y sensibilidad hacia la naturaleza.

Este Día del Padre se trata de crear un recuerdo. Salir a caminar, comer, mirar el cielo, redescubrir la ciudad y reconocer a ese hombre que ha estado ahí con firmeza, con humor, con amor. La Ciudad de México lo tiene todo: solo hay que saber dónde mirar… y ahora ya sabes a dónde invitar a papá.

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